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JOSE MARTI.

domingo, 12 de febrero de 2012

CIENCIA FICCION EN UN ANALISIS DEL HERALD?

Dos años antes de que el Papa Juan Pablo II visitara a Cuba en 1998, el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Raúl Castro censuró duramente a una media docena de jóvenes académicos que osaron proponer reformas de mercado para la economía de estilo soviético de la isla.

Al Centro de Estudios sobre las Américas (CEA) se le ordenó dejar de estudiar los asuntos cubanos. Uno de los académicos murió de un ataque al corazón, del cual se culpó a las presiones del gobierno. Otro huyó al exilio, y otros dos viven ahora la mayor parte del tiempo en el extranjero.

Pero es el ahora gobernante Raúl Castro quien propone reformas aún más atrevidas, incluyendo profundos recortes en los gastos del Estado y la mayor expansión de la actividad económica privada que se ha permitido bajo el régimen comunista de la isla.

Cuando el Papa Benedicto XVI aterrice en Santiago de Cuba en marzo para comenzar una visita de tres días, encontrará una Cuba muy distinta en unos aspectos pero similar en otros a la encontrada por Juan Pablo II durante su visita 14 años atrás.

Hay otro Castro a cargo del país. Las relaciones entre la Iglesia y el Estado son más cálidas. Ahora es aceptable hablar de reformas económicas. Los disidentes son más combativos. Pero la economía sigue estando en graves problemas. Y sigue habiendo un Castro en el poder.

En 1998, Cuba era la “memoria viva del modelo soviético de sociedad”, pero la Iglesia Católica de Cuba se las había arreglado para “dar testimonio y mantener la esperanza contra toda esperanza”, declaró Orlando Márquez, portavoz de la Arquidiócesis de La Habana.

Cuba fue un país oficialmente ateo de 1962 a 1992. La Navidad se vino a restablecer como día festivo oficial solamente en 1997, y al año siguiente el cardenal Jaime Ortega Alamino fue el primer dignatario católico que habló en la televisión estatal desde principios de la década de 1960.

Hoy la Iglesia tiene “un lugar más definido en la sociedad”, hay un diálogo con el gobierno y Cuba “vive un proceso de transformaciones y reformas”, indicó Márquez a El Nuevo Herald.

“A esta Cuba de hoy quiere acercarse Benedicto XVI”, precisó.

Después de que Ortega se reunió con Raúl Castro en el 2009, anunció que el gobierno pondría en libertad a más de 100 presos políticos, y las turbas progubernamentales en La Habana suspendieron algunas de sus acciones de acoso a las Damas de Blanco.

Se permitió además a la Iglesia construir un nuevo seminario, fundar una escuela de negocios en colaboración con una universidad católica de España y administrar una serie de programas independientes, tanto caritativos como educacionales, que cubren brechas en la desmoronada red de seguridad social del gobierno.

Pero críticos afirman que la mejoría de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno se pagó con el silencio de ésta ante los abusos de los derechos humanos. Casi todos los presos políticos excarcelados fueron directamente de la cárcel al exilio en España.

“La Iglesia es ahora el único actor independiente reconocido por el gobierno como un aliado. Hoy hay un quasi concordato que no había en el 98’’, declaró Haroldo Dilla, uno de los académicos de la CEA atacados por Raúl Castro en 1996.

Cuando el polaco Juan Pablo II visitó Cuba entre el 21 y el 25 de enero de 1998, era un firme opositor del comunismo y Fidel Castro estaba saludable y acababa de dirigirse a un Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) desde una tribuna con grandes retratos de Marx y Lenin.

Juan Pablo II murió en el 2005 y Fidel Castro, ahora de 85 años, renunció al poder en el 2006 después de una cirugía de emergencia. Cuando su hermano y sucesor se dirigió a otro congreso del PCC el año pasado no hubo retrato alguno en la tribuna.

Una constante de una visita papal a la otra será la crisis en la economía cubana que se redujo en un 35 por ciento a principio de la década de 1990, después del cese de los subsidios de Moscú a la isla, los cuales eran de hasta $6,000 millones al año.

Pero los estilos en que Fidel, más ideológico, y Raúl, más pragmático, han enfrentado sus respectivas crisis económicas, muestran una diferencia abismal.

Fidel Castro aceptó de mala gana algunas reformas básicas de mercado libre, por ejemplo, permitir el “cuentapropismo” como restaurantes de propiedad familiar y payasos para fiestas. Tan pronto como la economía se estabilizó en 1995, empezó a reducir estas oportunidades.

Fue Fidel quien ordenó a Raúl Castro tomar medidas enérgicas contra los reformistas de la CEA en 1996, según varias fuentes. Al año siguiente, el ideólogo comunista Raúl Valdés Vivó bautizó como “pirañas” a los cubanos que estuvieran a favor del capitalismo.

Pero en la actualidad Raúl Castro está presionando para llevar a cabo una serie de reformas económicas mucho más ambiciosas, entre ellas arrendar millones de hectáreas de tierras estatales ociosas a campesinos particulares, permitir más y mayores negocios privados y brindar préstamos estatales a los nuevos empresarios.

“No es porque él tenga voluntad de apertura, sino porque no le queda más remedio”, comentó Dilla a El Nuevo Herald.

Agregó que la economía cubana se distinguía por su ineficiencia, falta de productividad y corrupción.

Un claro cambio entre las dos visitas papales es la manera en que han reaccionado los exiliados del sur de la Florida.

A fines de 1997, la Arquidiócesis de Miami se vio obligada a cancelar un crucero fletado que hubiera llevado a miles de peregrinos a Cuba a presenciar la visita de Juan Pablo II, debido a la firme y estentórea oposición de los exiliados católicos.

En la actualidad, la Arquidiócesis está organizando vuelos chárter que llevarán a peregrinos a Cuba para la visita de Benedicto XVI y la oposición del exilio ha sido mucho menos severa.

Mientras que en 1997 estallaron 11 bombas en centros turísticos cubanos —se culpó al activista anticastrista Luis Posada Carriles— ahora la idea de la lucha armada contra los Castro ha sido abandonada por la mayoría de los exiliados.

La oposición interna pacífica en Cuba también ha cambiado y ha crecido significativamente en los últimos 14 años, y el gobierno ha modificado las tácticas y medios de represión.

A fines de la década de 1990, la mayoría de los principales disidentes eran intelectuales entrados en años que habían apoyado inicialmente a Fidel Castro. El difunto Gustavo Arcos, uno de los fundadores del movimiento disidente, participó con Fidel Castro en el ataque al Cuartel Moncada en 1953. Elizardo Sánchez Santacruz fue profesor universitario de Marxismo antes de convertirse en activista de los derechos humanos.

Fidel Castro tenía escasa tolerancia por los disidentes y encarceló a muchos de ellos. Arcos estuvo siete años en prisión; Sánchez Santacruz, ocho. Una ola represiva en el 2003 sentenció a 75 disidentes a condenas de hasta 28 años de cárcel. Todos habían sido puestos en libertad para el verano pasado.

Los disidentes en la actualidad tienden a ser más jóvenes, de clase trabajadora y más agresivos. Llevan a cabo protestas callejeras y hacen preguntas atrevidas en eventos progubernamentales. Uno de ellos llegó a presentar una demanda sin precedentes contra el Ministerio de Justicia y logró algunos avances antes de perderla.

Las Damas de Blanco cuentan ahora con mayor tolerancia del gobierno para sus marchas de protesta tras la misa dominical en una Iglesia de La Habana —algo impensable bajo Fidel Castro— aunque la policía y turbas progubernamentales han aplastado violentamente sus esfuerzos por hacer lo mismo en Santiago de Cuba.

Decenas de cubanos ahora tienen blogs, como Generación Y, de Yoani Sánchez, donde despotrican contra el gobierno. Muchos disidentes emplean sus teléfonos móviles para difundir denuncias dentro y fuera de la isla.

“En 1998, el control ideológico y político era mucho más duro que ahora”, señaló Dilla. “Hoy es evidente que el sistema es más tolerante, pero puede hacerse duro y hasta brutal cuando se requiere”.

Los oficiales de la Seguridad del Estado han dejado en gran medida de someter a los disidentes a juicio para imponerles largas condenas. Por lo general, los detienen durante horas o días para intimidarlos y hostigarlos o impedir que lleven a cabo sus actividades.

Estas “detenciones expreso” alcanzaron un total de 85 en un período de cuatro meses en 1997, según un informe de ese año. En el 2011, según Sánchez Santacruz, sumaron más de 4,000.


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2 comentarios:

OresteDobao. dijo...

POR ESO NO LEO EL HERALD. CUANDO JUAN PABLO VISITO CUBA NO SE HABIAN MUERTO TRES OPOSITORES ASESINADOS COMO AHORA, POLLAN, ZAPATA Y WILFREDO. CUBA SIGUE SIENDO LA MISMA PRISION DE SIEMPRE, NADA HA CAMBIADO. EL HERALD Y SUS COMPINCHES CONFUNDEN A SUS LECTORES.

"El Cadete"

Manolo Pozo/ Miami,fl dijo...

Asi es Cadete. No hemos tenido tiempos regulares. Todos han sisdo años peversos a más no poder. Raul, Fidel, el otro y el otro...quién sea. Es la dictadura Castro-comunista la que tiene que desaparecer con todos sus adeptos.